CHIP
-Nuestra solución es asaltar a los chinos – soltó Manuel.
-¿A los chinos con el armamento que tienen? ¿Te volviste loco? ¡Ni los
yanquis se les atreven del todo y a vos te parece que es una solución para
nosotros. –respondió Juan – Decididamente te falta un tornillo.
-¿Qué chinos? - repreguntó Julián, no demasiado interesado.
-A los de la otra cuadra.
-Los chinos se están preparando para enfrentar a Taiwán.
-Ah, pero Juan dice que están armados hasta los dientes.
-Juan habla de los otros chinos – trató de aclarar Manuel.
-¿Qué otros chinos? ¿Los que están en China preparados para enfrentar a los
yanquis en Taiwán o los de la vuelta?
-Los de la vuelta.
-¿Los de la vuelta se están por ir a pelear en Taiwán? Tiene lógica, son
patriotas – Julián trataba de entender a sus amigos.
-Yo no dije que los de la vuelta estén por irse a Taiwán. Yo dije que
asaltemos a los chinos de la vuelta, los del supermercado.
-Los supermercados tienen seguridad como Taiwán, seguro que también tienen
armas –Juan tiene la idea fija.
-O sea que en Taiwán y en Sarandí los chinos están llenos de fierros, según
dice Juan.
-No, los de la vuelta no están armados.
-¿Y cómo sabés que no? Yo te digo que son milenarios, imperialistas, toda
una historia en sus espaldas de andar enfierrados. Si ya se han pertrechado
para enfrentar a Taiwán ¡Imaginate si no van a estar armados en el
supermercado!
-Manuel, me parece un poco peligroso, Juan dice que se pertrecharon en
Taiwán y en el supermercado. Además nos van a conocer: ¡vamos todos los días a
comprarles!
-Es que los chinos dicen que son comunistas; pero, en realidad, son
capitalistas. ¡Por eso ponen supermercados en los barrios! ¡Para espiar a los
vecinos y detectar enemigos!
-¡Pero qué delirio, Juan! ¿Cómo nos van a estar espiando? Mirá, Julián, nos
ponemos una media en la cara. Mi mujer tiene varias que se le corrieron y no
usa. Las cortamos y listo.
-Seguro, las mismas medias que fabrican ellos y nos encajan acá en los
negocios que antes eran los todo por dos pesos. Lo dicho, son imperialistas y
están armados hasta los dientes. Si no te dominan con las medias, te dominan
con los supermercados y, de últimas, con el armamento de última generación.
-Juan, ¡dejá de decir boludeces! ¿Querés? Yo digo que nos pongamos una
media en la cara, vamos cuando están por cerrar y ya no hay clientes, los
apuntamos y les sacamos la plata de la caja.
-Manuel, Juan cree que los supermercados son como sucursales del gobierno
comunista que las coloca en los barrios para espiarnos. ¡Seguro tienen cámaras!
-¡Exactamente! Los chinos no sólo tienen armas y espían a todo el mundo en
los supermercados, sino que, además, son los dueños de los chips del planeta,
así que ¡ni hablar del adelanto tecnológico en sus cámaras! Nos van a espiar
por las pantallas y, después, nos van a fusilar.
-¡Mirá si no van a fusilar! ¡Por favor, Juan, dejá de exagerar!
-Yo no exagero en lo más mínimo. Los chinos tienen armamento de alto poder
como los rusos y más células dormidas que ellos distribuidas en todos los
países. Antes, no llegaban tan lejos. Ahora los tenemos acá tratando de
llevarse el litio para sus baterías que, te aclaro, también son la fuente de
energía de las cámaras con las que nos observan a todos.
-Perdón, perdón. No termino de entender, ¿se vienen a llevar el litio para
fabricar sus baterías que, a la vez, proveen de energía a las cámaras que nos
vigilan porque son falsos comunistas pues son imperialistas que quieren dominar
el mundo y aprovechan los supermercados para identificar a los enemigos que hay
en los barrios y venden sus medias en los todo por dos pesos porque son
capitalistas?
-Exactamente. Vos me entendés bien, Julián.
-¡Ay, por favor, Juan! Te estás yendo por las ramas cuando todo es tan
sencillo: esperamos a eso de las nueve menos diez de la noche, nos ponemos las
medias en la cara, empuñamos un par de pistolas de juguete, les apuntamos y les
sacamos la plata de la caja. No es tan complicado, amigos.
-Juan, Manuel dice que con las medias de su mujer en la cara los asaltamos
cuando estén por cerrar.
-Sí, claro, y nos van a cerrar la puerta en la cara como hicieron con la
ruta marítima que lleva a Taiwán. Después los quiero ver. Van a tener que
llamar al Pentágono para que organice a sus fuerzas especiales que, les aclaro,
las tienen, para que nos rescaten de sus cárceles secretas. Muy complicado.
Mejor asaltemos a una vieja cuando sale del banco.
-Manuel ¿Vos creés que del supermercado nos van a llevar a las cárceles
secretas que tienen en Taiwán como dice Juan?
-¡Pero no, esas son locuras suyas! Asaltar a los chinos de la vuelta es más
fácil que chupar un clavo.
-Las cárceles secretas no están en Taiwán, Julián, sino en China. ¿Qué
parte no entendés?
-Ninguna, Juan.
-¡Clavos! Eso también fabrican los chinos. Clavos, baterías y medias. ¡Lo
dicho! Son imperialistas que se llevan las materias primas de los países pobres
y con eso se la pasan fabricando en serie todo tipo de cosas. Tienen armas,
fábricas de medias y clavos, supermercados para espiar, cámaras y cárceles
secretas.
-¡Juan! ¡Cortala con la paranoia política! ¿Los afanamos o no?
-Manuel, ¿te parece que es paranoia lo que dice Juan de que fabrican de
todo y son comunistas imperialistas que se quieren llevar el litio de nuestro
país para fabricar chips para sus baterías para dominar el mundo? A mí me dan
miedo ¿qué querés que te diga?
-¡No seas cagón, Julián! Haceme el favor ¿querés?
-No soy cagón, Manuel, tengo muy en cuenta lo que dijo Juan y los chinos, a
esta altura, me meten miedo. ¿Y si nos tiran con un chip?
-¡Pero Julián! ¿Vos tenés idea del tamaño de un chip?
-No, Manuel, pero no quiero salir herido.
-Un chip es algo minúsculo, del tamaño de la uña de un dedo meñique.
-¡Ahí tenés! ¿Ves que tengo razón? Te los fabrican chiquitos para que no te
des cuenta de que existen. Piensan en todo. Así nos espían. Por eso van camino
a dominar el mundo y también por eso los yanquis les tienen bronca.
-¡Pero Juan! ¿Qué me importa que los yanquis les tengan bronca? Eso es un
problema de ellos. Nosotros tenemos otros problemas: ni un mango para el morfi
y vos me venís con los chips… Les metemos caño y listo, nos llevamos la plata
de la caja.
-Mirá, Manuel, a mí me parece que Juan tiene razón y que nos van a
descubrir con los chips que no se ven.
-¡Julián! Juan se tildó con la política. No le des bola. Le pegamos un
susto a la china con un par de pistolas de juguete y nos alzamos con toda la
guita de la caja y listo.
-¡Claro! Para que sepas, esas pistolas también son chinas ¿O te creés que
acá fabricamos algo? ¡Por supuesto que no! Armas, medias, clavos, chips, pistolas
de juguete, de todo fabrican y mandan para Latinoamérica, porque así nos van a
dominar, con todas sus porquerías. Y se llevan el litio, te recuerdo.
-Juan, las pistolas de juguete que fabrican los chinos, ¿también tienen
chips para espiar?
-¡Por supuesto! Los chinos les meten chips a todo, Julián.
-¿Y tienen litio también?
-¡Pero sí, hombre! ¿Qué no entendés? ¡Son imperialistas!
-¡Ay, Juan, me cago todo! Nosotros que somos tan libres… a nosotros que
nadie nos dominó nunca, mirá si vamos a empezar ahora… Yo creo que tenés razón,
Juan, nos vamos a meter en un lío internacional.
-Está bien, muchachos. Me doy por vencido. Me hartaron los dos. Asaltemos a
la jubilada cuando salga del banco.
-Ahora sí. Te dije que era más fácil. Nos evitamos ser espiados,
identificados, detenidos en una cárcel clandestina de esos chinos comunachos. Además,
eso de llamar al Pentágono tampoco me gustaba demasiado: después, esos favores
se pagan.
-Perdón que pregunte: si los chinos han invadido todo con lo que fabrican,
si sus chips están escondidos en todo y casi no se ven, si nos están espiando,
si nos quieren dominar como un imperio comunista, digo… estoy pensando en voz
alta… ¿Y si la billetera de la vieja tiene un chip…?
Estela Pereyra.

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