VÍSPERA

A muchos, este sábado los llena de angustia, tristeza, pesadumbre, bronca, odio, impotencia, miedo, pánico.

Hay en los medios una hermosa campaña de rumores, desinformación, supuestos adelantos de lo que vendrá, malos augurios como el de Buzzi quien dijo que el kilo de carne costará 25.000 pesos, etc. Tenemos que pensar a qué apunta esa campaña y la respuesta, de tan simple, parece invisible: a que nos paralicemos, nos asustemos y, sobre todo y como consecuencia, nos desmovilicemos.

He leído a muchos que habrá que “resistir”. Sin embargo, en nuestro contexto histórico más reciente está instalado el “resistir con aguante”, algo que ha significado, en las mayorías, SOPORTAR, bancar, callar y ACEPTAR con puteadas por lo bajo. La práctica ha demostrado que NO SIRVEN ni la consigna ni la actitud. Ésas y no otras permitieron que Macri hiciera lo que hizo, con el aval de muchos diputados y senadores peronistas, con la ley previsional, los ajustes en los servicios, los presupuestos anuales, los recortes a las provincias, los negocios sucios con sus amigos, el endeudamiento con el Fondo Monetario y la poda en decenas de derechos conquistados con sangre.

El mundo está atravesado por dos tendencias fuertes y una disputa crucial. La primera tendencia en occidente es el auge de los gobiernos de derecha. La segunda es el crecimiento de un polo económico político que enfrenta al occidente anglo sajón, lo cual hace nacer, precisamente, la disputa de esa hegemonía. Brasil, Rusia, India, China se tomaron su tiempo para pergeñar esa disputa creando su organización unitaria: los BRIC. En 2010 sumaron a Sudáfrica y se transformaron en los BRICS.

A 13 años de su creación, avanzaron en los negocios pautados en sus monedas nacionales y disputando los mercados mundiales que antes hegemonizaba occidente con su moneda de intercambio internacional: el dólar. Poco a poco, China se convertiría en el país más peligroso para el polo liderado por Estados Unidos por lo cual este país decidió declarar una guerra proxy contra Rusia, con el fin de debilitar económica y militarmente a unos de los dos países más poderosos de los BRICS, usando a Ucrania como títere de sus intereses, a la vez que debilitaba a Europa en su conjunto distanciándolo de Rusia que le proveía gas barato.

Sin embargo, todas las previsiones de occidente salieron muy mal: Rusia rápidamente viró su comercio energético hacia sus socios de los BRICS, China e India; integró la OPEP Plus con los países árabes, lo cual le permite hasta hoy estipular con ellos los precios internacionales del petróleo; multiplicó sus fábricas de armamentos; se alió con Corea del Norte para la provisión de más municiones; estableció acuerdos con Irán para la fabricación de drones en su propio territorio y, como era de esperar, está ganando la guerra en Ucrania. Mientras, Europa se empobreció, dejó de disfrutar el gas y el petróleo baratos de Rusia por lo que sus fábricas se evaporaron en búsqueda de otras naciones donde la energía fuera más económica, pedalea como puede una inflación de una envergadura que no tenía desde hace décadas y dejó de ser un socio del occidente anglo sajón para convertirse en dependiente de Estados Unidos no sólo en el aspecto energético, sino también en el político. Eso ha llevado a todos los países europeos a proveer armas a Ucrania, quedarse sin reservas de armamento y municiones y otorgar grandes remesas de dinero al país en guerra que no tiene ni siquiera para pagar los sueldos de sus soldados.

En ese contexto, los gobiernos de derecha prometen a sus votantes lo que no pudieron hacer sus predecesores y, así vemos una dirigencia europea decadente, inútil e impotente ante los avatares de la disputa entre los dos polos, asumiendo el triste papel de furgón de cola de occidente que sume a sus pueblos en la pobreza creciente. 

Argentina no es una isla, sino que forma parte del patio trasero de Estados Unidos que no ha podido impedir que varios países latinoamericanos se vuelquen hacia los BRICS cuyo proyecto es diferente al occidental: mientras en occidente prima el capitalismo financiero, los BRICS proponen un capitalismo industrial, basado en la producción y explotación de los recursos de cada país, respetando no sólo sus monedas, sino sus decisiones políticas internas. De hecho Brasil, con Bolsonaro a la cabeza, se mantuvo en esa organización hasta que asumió Lula nuevamente. Es que los negocios son negocios.

Como parte de la disputa, occidente, a través de sus organismos internacionales de crédito, como el FMI, entona sus cantos de sirena al nuevo gobierno que asumirá mañana. Para eso necesita SOCIOS y ellos fueron elegidos por las mayorías de votantes argentinos. Nada mejor para no perder a Argentina en manos del polo internacional opositor.

¿Qué les pasó a esas mayorías? La respuesta es tan sencilla como lamentable: se cansaron de resistir con aguante y, como no encontraron ninguna forma de lucha en pos de sus intereses, se volcaron a la nueva propuesta montados en el hastío provocado por una inflación galopante que nos ha empobrecido a todos por lo cual votaron con odio y con bronca.

La carencia de propuestas de un gobierno en el cual se pusieron esperanzas y expectativas y la pasividad ante todos sus desaciertos, más la ausencia de alternativas de lucha, protesta y reclamo, la desmovilización preponderante y la aceptación callada de que todo era inexorable, mal que nos pese a tantos, marcaron un camino: el del resentimiento creciente y feroz, espantosamente feroz. Desde ese lugar emocional fueron a votar... Si nos preguntamos si pensaron en las propuestas o las analizaron, la respuesta es un no rotundo, porque esa emocionalidad, ese resentimiento, esa bronca no son racionales, precisamente, aunque, también, la materialidad de la vida cotidiana fue parte de esas emociones.

El mayor y mejor cuadro del peronismo, Cristina, se equivocó dos veces: la primera poniendo con el dedo a un pusilánime como candidato a presidente, Alberto, y la segunda, con el mismo dedo, a un tipo que también es de derecha, que proviene de la UCEDE, amigo de las multinacionales y los organismos expoliadores como el FMI pero, sobre todo, responsable del desastre económico en que estamos sumergidos, es decir, del vampiro que se chupó nuestra sangre durante un año y medio. Si usamos la lógica más pura y dura, enfriamos nuestras hirvientes cabezas llenas de bronca, deberíamos preguntarnos ¿quién elegiría como opción a su verdugo? Porque eso y no otra cosa fue Massa. Al menos, así fue percibido por esas mayorías que votaron a la Libertad Avanza.

Y es aquí donde debemos plantearnos qué vamos a hacer ahora. ¿Seguiremos “resistiendo con aguante”, calladitos y obedientes, resignados y acovachados en nuestras casas aceptando todas las desgracias que nos prometen a corto plazo? ¿Aceptaremos que otros hagan por nosotros, salgan por nosotros, protesten por nosotros, luchen por nosotros o nos pondremos de pie y haremos honor a nuestro pasado y a nuestra historia de lucha?

Las bases peronistas deben y tienen que hacer una profunda autocrítica por haber permitido la obediencia callada, la puteada por lo bajo, el permisionismo que primó para aceptar a ambos candidatos, aun sabiendo que eran dos fracasos en sí mismos y no representaban en lo más mínimo sus intereses. Porque si algo me consta es que LO SUPIERON SIEMPRE. Es necesario un baño de honestidad, aceptar que “la jefa” se ha equivocado aunque sea el mejor y más lúcido cuadro del peronismo. No es infalible, es un ser humano como cualquiera y, si bien para muchos, antes tuvo aciertos, también es necesario dejar de aceptarla como una diosa que maneja los designios de amplias capas sociales que siempre se han caracterizado por ser antiimperialistas y luchadores de todas las épocas de este país.

La base peronista está planchada, desesperada y desorientada como si perder las elecciones con Massa a la cabeza fuera lo mismo que perder con un progresista como candidato. Es necesario reconocer el desastre que fue su gestión como ministro de economía, que no fue una opción válida para las mayorías hasta tal punto que terminó siendo el mejor trampolín para que las masas optaran por su suicidio asegurado.

El amor no vence al odio. Todo lo contrario: la respuesta “amorosa” a los ajustes criminales, a la inflación que nos ha empobrecido todos estos años, el silencio y la desmovilización han sido absolutamente FUNCIONALES a la clase dominante en el poder. Eso es algo que se deben los peronistas: reconocer que el camino elegido fue el peor, el menos saludable, el más triste y, lamentablemente y aunque sea paradojal, el más cómodo.

No toda la izquierda reconoce que es imposible el triunfo ante lo que se viene sin la base peronista peleando codo a codo. Algunos sí lo sabemos, lo tenemos claro y, por ello, empujamos, concientizamos, debatimos y pretendemos reflexionar juntos y colectivamente, aportando lo que podemos desde nuestro conocimiento y experiencia histórica.

Algo tenemos que aprender como integrantes del campo popular: nos necesitamos unos y otros porque vienen por TODOS. A ellos, a los dueños del poder, no les interesa si somos orcos peronistas u orcos de izquierda. No discriminan: somos todos lo mismo, ahora sí la frase cabe: todos lo mismo. Y no es casual porque somos los trabajadores y pobres de este país, los negros, los planeros, los cabezas negras, aunque seamos blancos y de ojos azules. El odio de estos sujetos es hacia los explotados, los que reclaman, los que pretenden mantener sus derechos ganados con sangre de nuestros antecesores.

Hay que superar la grieta y los odios. Los votantes del nuevo gobierno pronto caerán en cuenta lo que acaban de elegir. No son nuestros enemigos, apenas si son gente desesperada, integrantes de una “clase media” empobrecida, marginados con poca consciencia y olvidados por los sucesivos gobiernos de la cacareada “democracia”. También los necesitaremos. Aprenderán. Con sangre, lamentablemente, pero aprenderán.

Lo que se viene es un desafío para todos. Si en esta instancia no superamos esos odios ni somos capaces de ver más allá de la bronca, si no hacemos las autocríticas necesarias, si no nos cuidamos espalda con espalda, si no comprendemos que hay una sola salida y es la lucha COLECTIVA en defensa de nuestros derechos ganados, entonces sí, seremos derrotados una vez más. Sin embargo, en nuestro favor, tenemos los aires de cambio en el mundo que, más temprano que tarde, se impondrán. El futuro sólo queda en nuestras manos. No lo olvidemos.




Comentarios

  1. ¡Bien! A los peronistas no nos molesta, pero no todos lo K ponen al peronismo por delante... Así nos va, gracias Estela, muy clara como siempre

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