EL CULEBRÓN RUSO

Prigozhin, propietario NO MILITAR de los Wagner, a mi criterio, es un sujeto demasiado bocón, aparentemente muy leal a Putin y su “amigo”, tosco, que de táctica y estrategia militar sabe poco y nada, demasiado mediático para mi gusto y tirando a payasesco disfrazado de soldado cuando sólo es un empresario.

Así las cosas, el gran mérito de los Wagner a los que los rusos llaman cariñosamente “los músicos”, es haber ganado la larga batalla de la toma de Bajmuth después de un año de enfrentamientos. La derrota hacia los ucranianos les costó la vida de 50.000 hombres de su ejército. Este hecho llevó a la pasión del pueblo ruso por los músicos y un alto perfil mediático de su propietario. En una situación como la de hoy con la toma de la ciudad, la gente no sólo caminaba tranquilamente por las calles, sino que se tomaba selfies con los héroes de Bajmuth.

Los Wagner son una fuerza de choque de unos 25.000 hombres, en su mayoría, rusos, aunque cuentan con algunos georgianos, osetios y de otras nacionalidades. También, muchas de sus tropas se han conformado con presos comunes que sacan de las cárceles a cambio de un contrato de un año y el perdón de sus condenas. La mayoría de esos hombres no reinciden en el delito. Su papel en la guerra de Siria fue importante y, prácticamente, determinante. Todos, sin excepciones son absolutamente patriotas. Se podría decir que hasta exageradamente.

La sumatoria de sus “éxitos” y el alto perfil mediático de Prigozhin borraron las diferencias entre un ejército privado y el ejército estatal ruso. Por sus características, en Rusia dos grupos son altamente amados por el pueblo: las fuerzas privadas Wagner y las estatales de los chechenos de Kadyrov.  

Durante el transcurso de la larga batalla de Bajmuth, Prigozhin comenzó a hacer públicas sus diferencias con el Ministerio de Defensa, especialmente contra el ministro Shoigú y el general Gerasimov, actual jefe del Estado Mayor del Ejército ruso, a quienes acusó de no proveerlos a tiempo de municiones cuando enfrentaban los feroces ataques ucranianos. Pese a ello, a varias denuncias públicas que cada vez eran más provocadoras y sembraban la desconfianza sobre todo hacia Shoigú, lo cierto es que la batalla fue ganada, nunca les faltaron municiones y entre el 25 de mayo y el 1º de junio, se retiraron del lugar dejándolo en manos de tropas regulares. La retirada fue en paz, ordenada y los combatientes pasaron a tomarse un tiempo de descanso merecido.

Hace 48 horas, Prigozhin acusó a Shoigú de ser el responsable de haber atacado a su ejército en los campos de entrenamiento que les pertenecen a los Wagner y, a partir de ese momento, comenzó una rebelión militar de las tropas PRIVADAS de los músicos. Es de destacar que, en la asonada, no participaron las tropas del estado ni se sumaron a su convocatoria, por lo cual, como “golpe militar” era un proyecto descabellado. Sin disparar ni un solo tiro, tomaron la ciudad de Rostov del Don, bloquearon el Comando del Sur ubicado en esa ciudad y Prigozhin exigió la renuncia de Shoigú y la plana mayor de defensa acusándolos de corrupción. Ante esto, Putin hizo intervenir al FSB (Servicio Federal de Seguridad de la Federación de Rusia), le metió una causa por sedición a Prigozhin, dio un discurso sin nombrarlo pero acusándolo de traición por la espalda, le mandó a Rostov del Don las fuerzas chechenas que estaban apostadas en Donesk a pedido de Kadyrov que se ofreció como negociador y habló con su más aliado: el presidente de Bielorrusia Lukashenko.

Después de un día de encontronazos verbales y supuesto derribo, por parte de los Wagner, de un helicóptero de la Fuerza Aérea Rusa, Lukasheko consiguió que depongan las armas y se retiren de los lugares ocupados. Aún no se sabe el destino de Prigozhin ni, tampoco, el de sus tropas. Por ahora, de manera oficial, hay silencio al respecto, aunque las versiones son muchas y contradictorias.

¿Todo esto fue una operación de propaganda o el enfrentamiento es real…? Hoy, con la información más seria que hay por fuera de la interesada prensa occidental, es una pregunta cuya respuesta se encontrará con el tiempo. Sin embargo, muchas cosas son para pensar:

a) El enfrentamiento personal entre Prigozhin y el ministro Shoigú y el general Gerasimov es de vieja data. Las denuncias por corrupción existen desde el año pasado.

b) Prigozhin podría haber sido comprado por agentes de la OTAN. De hecho, en un allanamiento, se le encontraron 4.000 millones de rublos (47 millones de dólares) en cajas cerca de su oficina en San Petersburgo. Prigozhin oficialmente admitió que eran suyos, pese a que no se sabe para qué ni su proveniencia ni por qué estaban en billetes cantantes y sonantes.

c) Podría tratarse de una operación de inteligencia a la que se suele llamar como de “doble traición” no dirigida hacia afuera del país, sino hacia adentro y por la cual, ante un conflicto interno, es posible identificar quiénes se alinean con el supuesto traidor, sean funcionarios políticos y oficiales, militares de alto y bajo rango, medios de comunicación, redes sociales, infiltrados, etc. También, suma para la evaluación del pueblo y su apoyo al ejército, a la política de la guerra y, sobre todo, al presidente que, según las encuestas, cuenta con un altísimo porcentaje de apoyo popular. No hay que olvidarse de quién fue Putin en el pasado: nada menos que oficial de inteligencia exterior de la KGB, la agencia de inteligencia de la Unión Soviética y, también, director del Servicio Federal de Seguridad (SFS) y secretario del Consejo de Seguridad antes de la caída de la URSS. Es decir, este señor, sobre espionaje y operaciones de inteligencia es un experto…

d) Nunca Prigozhin enfrentó al presidente Putin, sino que solamente cuestionó a su ministro de defensa y a los altos mandos, aunque no a todos, dado que tiene profundo respeto por Surovikin, general que fue puesto como su enlace con el ministerio de defensa en Bajmuth. Sobre Putin, Prigozhin declaró que el presidente estaba engañado por su ministro que actuaba a sus espaldas. Quizás por eso, Putin no lo mencionó con nombre y apellido en su discurso, aunque lo acusó de traidor y de tener ambiciones personales.

e) El enfrentamiento entre ambos bandos puede obedecer a que Progozhin siempre creyó que Shoigú es un “tibio” porque no avanza sobre Kiev. El jefe de los músicos, como muchos otros rusos, está convencido de que Rusia tiene demasiado mano blanda y debe, directamente, salir a aplastar a los ucranianos en su capital.

Lo cierto es que ya las tropas de los Wagner se han retirado del camino hacia Moscú, adonde pretendían entrar, y de Rostov del Don. El acuerdo logrado por Lukashenko con anuencia de Putin incluye la “palabra” del presidente para que Prigozhin se exilie en Bielorrusia; no se procesará a los miembros del grupo militar privado que fueron parte de la rebelión armada; las tropas Wagner que no participaron de la asonada serán absorbidas por el ejército ruso mediante contratos.

Hay tres hechos llamativos: en primer lugar, aparentemente, Putin habría levantado la querella por sedición contra Progozhin; en segundo, el silencio y ausencia de Shoigú hace un ruido tremendo. Muchos funcionarios se pronunciaron, entre ellos el presidente de la Duma, Sajarova, Peskov, Medvedev y hasta Kadyrov. Sin embargo, Shoigú no ha dicho absolutamente nada ni tampoco se lo ha visto. En tercer lugar, son asombrosas las imágenes de video del pueblo de Rostov del Don, en las que la gente recibe a los rebeldes con alegría y cariño mientras les reclama que obedezcan al presidente.

Por otra parte, el pueblo ruso se manifestó en favor de que no corriera sangre entre hermanos y ratificó su apoyo al presidente. Además, las tropas en el frente siguieron peleando contra los ucranianos y durante la noche Rusia lanzó una poderosa ofensiva en varias ciudades sobre lugares de almacenamiento de armas occidentales. Y, mientras en la retaguardia veíamos semejante culebrón, los soldados grababan videos pidiéndoles a sus “compañeros” de lucha que depusieran las armas…

Por último, nos queda occidente que, regocijado, al principio batió palmas. Se hicieron los rulos los ucranianos y la OTAN festejando la “guerra civil”, hasta que descubrieron que Prigozhin es un radical extremista que de tan patriota pretende ir a por Kiev, precisamente en el momento en que la contraofensiva ucraniana es un fracaso absoluto que suma una derrota tras otra. Después de descubrir que Prigozhin puede ser mil veces peor que Shoigú, pasaron a una prudencia hasta graciosa, tomaron distancia y se quedaron observando los hechos.

Algunas conclusiones

1) Si esto fue una rebelión militar de un grupo privado y no una operación de inteligencia, hubo negligencia de parte del gobierno ruso que permitió que un sujeto como Prigozhin tomara tantas alas como para enfrentarse de manera pública con un ministro. Debió acallarlo antes.

2) La ausencia de Shoigú, sin dudas, significa que no era un interlocutor válido para ningún tipo de negociación. El tiempo dejará claro que, si renuncia, muchas de las denuncias en su contra sean veraces. Si se mantiene en el ministerio, en cambio, saldrá fortalecido porque habrá obtenido la ratificación en su cargo y el respaldo del presidente ruso.

3) Putin no quiso exponer a su ministro ni tampoco darle la razón a su amigo Prigozhin, por eso no pidió renuncias inmediatamente. Además, eso habría sido una verdadera fiesta para occidente. Sin embargo, hay que esperar qué coletazos trae todo esto.

4) Si fue una operación de inteligencia, el resultado fue positivo porque Putin recibió el apoyo de su pueblo, de su ejército, de países aliados y de todos sus funcionarios. También, obtuvo la posibilidad de limpiar su ejército que ya tenía acusaciones de corrupción interna.

5) Es absolutamente extraño que una rebelión militar de un grupo privado no sea sancionada con prisión por traición a la patria y que esa carencia de sanciones permita que Prigozhin goce de su libertad en el país más hermano de Rusia.

6) Los ejércitos privados no son manejables como las propias fuerzas armadas. Pertrechados y armados hasta los dientes, los Wagner han cumplido una etapa y después de estos hechos significan un problema y un riesgo para el gobierno ruso. Es posible que a esta conclusión ya hayan llegado y por ello aceptaron que parte de ese ejército sea directamente contratado por el Ministerio de Defensa.

7) Occidente deberá esperar sentado cómodamente que se cumplan sus sueños de guerra civil en el país archienemigo. La OTAN y Ucrania, que aspiraron desde un principio a que Putin fuera destronado por su pueblo, una vez más han subestimado a los rusos, el poder de Putin y su prestigio y el patriotismo a ultranza que los une tras la segunda guerra mundial y sus millones de muertos contra el nazismo. Los traicionaron sus propias expectativas e idealismos: se fueron de boca anunciando en sus medios de prensa que había una “guerra civil”, cuando apenas era una rebelión de un ejército privado que no contó con el apoyo ni de las fuerzas armadas rusas ni del pueblo. Una vez más, dejaron al descubierto su estupidez y ceguera.

8) Si bien aún todo es muy confuso, el máximo jefe ruso ha salido fortalecido hacia adentro y, aparentemente, sin disparar ni un solo tiro: evitó el derramamiento de sangre y no enfrentó a su pueblo -que sigue amando los logros de los Wagner en la guerra- conformándolo con una salida negociada.

Por tanto y por ahora, el culebrón ruso ha terminado.

Estela Pereyra. 




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