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Mostrando entradas de diciembre, 2022
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CATARSIS (a Germán)   Por Estela Pereyra   El lunes Germán llegó a su oficina. Veinte frescos años bien plantados   en su cara de niño con esbozos de barba. Con ansiedad le dijo ¿Qué tenías puesto el viernes?.   Perpleja ¡Qué sé yo! - Yo me acuerdo que llevabas un pantalón negro y un pulóver verde oscuro, prosiguió como continuando la pregunta.  - ¿Y eso qué tiene que ver? – prosiguió sin entender. - Que mañana todos vendremos vestidos como el viernes pasado para que ganemos, no me falles y ponete el pantalón negro.   Así como entró, con un montón de papeles en la mano, salió sin más trámite.   Esta mañana lluviosa y desabrida saltó de la cama al tiempo que la radio reloj le cantaba la temperatura y la humedad, se paró frente al placard y sin dudar arrancó el pantalón negro de la percha, revolvió los cajones hasta encontrar el pullover verde y miró sus aros colgantes delante del espejo mientras se peinaba mimetizándose consigo misma tal c...
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  De pasados y presentes Por Estela Pereyra   La primera vez que se lo puso en las manos fue en la casa de su cuñada. Suave, delicado como crema, el jabón debajo del agua hacía espuma, burbujas pequeñas que acariciaban la piel. Curiosa y, por qué no, deseosa, preguntó. Jamás en su vida había visto un jabón así. Cuando supo, compró varios frascos con aroma a rosas. Cada vez que se lavaba las manos sentía que se las agasajaba como un mimo único, propio, íntimo. Se las secaba, las llevaba hasta su rostro y las olía. No faltó quien dijera que era una exagerada, al fin y al cabo sólo era un jabón más. Sin embargo, para ella eran un viaje a un jardín imaginario y sólo suyo, lleno de rosas trepadoras color rosa, exuberantes debajo de los rayos del sol. Un buen día buscó infructuosamente ese jabón adoptado como propio. Entró a todos los supermercados, escrutó todas las farmacias, preguntó en todas las perfumerías, pero nada, la fábrica había decidido no volver a producirlo. Di...
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APRENDER A ESTAR DE DUELO Por Estela Pereyra   El duelo es un estado emocional contradictorio, a veces punzante, a veces pleno de recuerdos y ternura. Es vivir en una ambivalencia constante que puede ir del llanto a la risa con una velocidad enorme e inexplicable. Sin embargo, como música de fondo que no se apaga nunca, está la tristeza, algo así como una línea horizontal que atraviesa todas las emociones y sentimientos durante todo el día. Estar de duelo significa, también, nostalgiar, cerrarse como un capullo y llorar, quedarse sola por decisión personal y necesidad profunda de soledad y silencio. Estar de duelo, por qué no, es redescubrir la propia casa, los lugares de los que nunca se irá el ser querido. Cada taza, cada silla, cada rincón, cada color de las sábanas lo traerá una y otra vez y no siempre será para llorar, sino para sonreír, para extrañar, para recordar anécdotas graciosas, para aprender a vivir con su ausencia. Estar de duelo no es, bajo ningún punto ...
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El largo camino al fútbol Por Estela Pereyra En pleno 1977 conseguí trabajo como fotógrafa gráfica (operaria de laboratorio de offset) en el diario La Ley. Me tomaron como aprendiz, una de las categorías del convenio colectivo y, por supuesto, el salario era uno de los más bajos. Sin embargo, en quince días había aprendido el oficio de todo lo que hacía el fotógrafo oficial: revelar las películas del tamaño de una radiografía grande, fotografiar con una enorme máquina que tramaba las pocas imágenes que se publicaban, evaluar si la letra de las películas no estaba “reventada” y pasarlas de negativo a positivo, una operación que, en otras partes, se hacía con dos películas y en este lugar, con una mezcla de químicos, se realizaba con una sola, algo que era verdaderamente interesante por el ahorro económico que significaba. Al segundo mes despidieron al fotógrafo y quedé a cargo del laboratorio y su personal y, si bien me aumentaron el sueldo, pese a que terminé haciendo el trabajo del de...